Resumen
La emergencia sanitaria, a consecuencia de la pandemia del covid-19, ha
producido un obligatorio retraimiento social en el planeta. La humanidad
se encuentra tan vulnerable frente a un fenómeno, que ha intensificado
la lógica hegemónica del individualismo capitalista. Los efectos principales
dan cuenta de que predomina el miedo ante cualquier contacto presencial
que provoque fatales contagios, aspecto que ha sido muy bien aprovechado por la sociedad capitalista y sus procesos de subjetivación de individualismo extremo. Además, este acontecimiento ha puesto a la globalización
en recesión económica a pesar de que ciertos negocios han lucrado con la
pandemia: variedad de transnacionales farmacéuticas, por mencionar uno
de los ejemplos. Esto obviamente responde a la lógica del interés oligopólico de multinacionales, más que por el deseo de proteger la vida de miles
de seres humanos.
En la coyuntura actual, adicionalmente, la mencionada degradación se constata también en la política. Existe un severo desgaste cuando se imponen
Estados de excepción como garantía de cumplimiento forzado de cuarentenas1
. Los Estados de excepción han sido recursos jurídico-políticos de extremo autoritarismo para con poblaciones de sectores populares, y de servil
complacencia para las oligarquías, que exigen el retorno a la normalidad sin
las mínimas precauciones, que en distintos territorios de América Latina,
por ejemplo, ha significado un peligroso repunte pandémico, más que de
reactivación económica. Durante los meses de junio y julio se ha promocionado retomar irresponsablemente actividades productivas, comerciales y
turísticas, que lo único que han reactivado son los índices de propagación del
covid-19. El fenómeno mencionado se constata además en la complicidad
de parte gobiernos de corte neoliberal, que no organizaron medidas dentro
de planes prolijos de diferenciación en zonas y sectores con necesidades específicas o por condiciones de marginalidad social; este es el caso de poblaciones subempleadas, mayoritarias a nivel mundial, que irremediablemente desacataron las medidas a causa de necesidades urgentes de sobrevivencia.
En definitiva, la actual crisis sanitaria y económica es síntoma de un claro
proceso social ya no exclusivamente de riesgo, término que con solvencia
abordará Beck (2004), sino de preocupante degradación civilizatoria, por
más de cien años: varias pandemias, guerras de alto poder destructivo y
del acelerado calentamiento global, entre los de mayor impacto. Entonces,
la degradación civilizatoria lleva algo más de cien años, con etapas de crisis,
dentro de las cuales se ubica el actual fenómeno por covid-19. En contextos
de crisis, lo común se caracterizaba por multitudinarias movilizaciones de
protesta e indignación, que implicaba tomar espacios públicos representativos. La problemática por covid-19 impide retomar tales manifestaciones
políticas y promueve señalar si dichas acciones han sido suficientes para
detener la degradación civilizatoria que mencionamos, que caracteriza al
sistema global del capital, tanto en tiempos de normalidad como de crisis.
Ante el contexto brevemente señalado, procede entonces, reflexionar en
teorías que contribuyan hacia propuestas de cambio civilizatorio con las
dificultades expuestas. Sabemos que tal proceso requerirá de tiempo y,
sobre todo, reposicionar substancialmente el debate alrededor de rutas
espirituales que puedan ser usadas en iniciativas de índole diversa para
propiciar lo que muchos hemos sostenido como otro mundo o cambio de
época. Obviamente, en el presente texto no procede realizar una historia de los aportes respecto a la espiritualidad, sino únicamente tomar en
consideración aquellos con mayor posicionamiento para la comprensión, a
nuestro juicio, del mundo contemporáneo.
producido un obligatorio retraimiento social en el planeta. La humanidad
se encuentra tan vulnerable frente a un fenómeno, que ha intensificado
la lógica hegemónica del individualismo capitalista. Los efectos principales
dan cuenta de que predomina el miedo ante cualquier contacto presencial
que provoque fatales contagios, aspecto que ha sido muy bien aprovechado por la sociedad capitalista y sus procesos de subjetivación de individualismo extremo. Además, este acontecimiento ha puesto a la globalización
en recesión económica a pesar de que ciertos negocios han lucrado con la
pandemia: variedad de transnacionales farmacéuticas, por mencionar uno
de los ejemplos. Esto obviamente responde a la lógica del interés oligopólico de multinacionales, más que por el deseo de proteger la vida de miles
de seres humanos.
En la coyuntura actual, adicionalmente, la mencionada degradación se constata también en la política. Existe un severo desgaste cuando se imponen
Estados de excepción como garantía de cumplimiento forzado de cuarentenas1
. Los Estados de excepción han sido recursos jurídico-políticos de extremo autoritarismo para con poblaciones de sectores populares, y de servil
complacencia para las oligarquías, que exigen el retorno a la normalidad sin
las mínimas precauciones, que en distintos territorios de América Latina,
por ejemplo, ha significado un peligroso repunte pandémico, más que de
reactivación económica. Durante los meses de junio y julio se ha promocionado retomar irresponsablemente actividades productivas, comerciales y
turísticas, que lo único que han reactivado son los índices de propagación del
covid-19. El fenómeno mencionado se constata además en la complicidad
de parte gobiernos de corte neoliberal, que no organizaron medidas dentro
de planes prolijos de diferenciación en zonas y sectores con necesidades específicas o por condiciones de marginalidad social; este es el caso de poblaciones subempleadas, mayoritarias a nivel mundial, que irremediablemente desacataron las medidas a causa de necesidades urgentes de sobrevivencia.
En definitiva, la actual crisis sanitaria y económica es síntoma de un claro
proceso social ya no exclusivamente de riesgo, término que con solvencia
abordará Beck (2004), sino de preocupante degradación civilizatoria, por
más de cien años: varias pandemias, guerras de alto poder destructivo y
del acelerado calentamiento global, entre los de mayor impacto. Entonces,
la degradación civilizatoria lleva algo más de cien años, con etapas de crisis,
dentro de las cuales se ubica el actual fenómeno por covid-19. En contextos
de crisis, lo común se caracterizaba por multitudinarias movilizaciones de
protesta e indignación, que implicaba tomar espacios públicos representativos. La problemática por covid-19 impide retomar tales manifestaciones
políticas y promueve señalar si dichas acciones han sido suficientes para
detener la degradación civilizatoria que mencionamos, que caracteriza al
sistema global del capital, tanto en tiempos de normalidad como de crisis.
Ante el contexto brevemente señalado, procede entonces, reflexionar en
teorías que contribuyan hacia propuestas de cambio civilizatorio con las
dificultades expuestas. Sabemos que tal proceso requerirá de tiempo y,
sobre todo, reposicionar substancialmente el debate alrededor de rutas
espirituales que puedan ser usadas en iniciativas de índole diversa para
propiciar lo que muchos hemos sostenido como otro mundo o cambio de
época. Obviamente, en el presente texto no procede realizar una historia de los aportes respecto a la espiritualidad, sino únicamente tomar en
consideración aquellos con mayor posicionamiento para la comprensión, a
nuestro juicio, del mundo contemporáneo.
| Idioma original | Español (Ecuador) |
|---|---|
| Título de la publicación alojada | Territorialidades, espiritualidades y cuerpos |
| Subtítulo de la publicación alojada | Perspectivas críticas en Estudios Sociales |
| Editorial | CALAS, CLACSO |
| ISBN (versión impresa) | 978-958-20-1379-0 |
| Estado | Publicada - 2021 |